viernes, 29 de octubre de 2010

Decepción.

Una de las palabras más utilizadas de nuestra lengua. Motivo de muchos enfados.
Sentirse decepcionado es una de las sensaciones más dolorosas que existen. Es pegarte con la verdad de frente, y que no te quede más camino que uno, la huida. Escapar. Correr. Sin mirar atrás. Nunca.
No mirar nunca atrás para no encontrar nunca tu recuerdo, ni siquiera una pequeña sombra de la silueta  que fuiste, y que por mucho dolor que causes, siempre serás.
Decepción es sentirse traicionado elevado al superlativo. Es caerse, hacerse daño, recuperarse de la caida y una vez tras otra, caer.
Es que te duela hasta el fondo del latir de tu corazón. Es el decir "¿Cómo he sido tan estúpida?". Pero sin darte cuenta, volver a estar en el mismo vórtice de agonía, de no saber cual es el motivo por el cual sigues ahí clavado, sin poder salir.
La decepcion es un concepto infantil, pues si fuesemos un poco más maduros ni nos plantearíamos todas esas situaciones por lo que se nos da a cambio. Por otro lado, solo una mente infantil podría ver nacida su felicidad en cosas tan pequeñas como en lo que viene despues de la decepción. Como muchos dicen, despues de la tormenta siempre vuelve la calma.  

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